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La luz, un elemento esencial en los templos góticos, adquiere en la Catedral conquense un valor exultante de metáforas, inundando sus naves y capillas y transformando con el rico colorido de sus vidrieras todo el espacio litúrgico.
En la religión católica el simbolismo de la luz posee una alta relevancia, pues se identifica con las fuerzas del bien, origen de la Creación y fin último de la Salvación de la humanidad, y con Cristo, como alfa y omega, frente a las tinieblas del mal. Ese sentido trascendente de la luz está presente en las vidrieras con una vertiente comunicativa, no en vano la fe es al mismo tiempo para el creyente ojo, luz y objeto de contemplación.
Además de su dimensión espiritual, toda Catedral es testigo histórico de la vida de la ciudad y compendio artístico de su patrimonio. En la Catedral de Cuenca, con más de ocho siglos de vida desde que se iniciara su construcción comienza tras la conquista de Cuenca por Alfonso VIII en 1177, se empezó a edificar la Catedral a finales del siglo XII, la estructura urbana de la ciudad ya estaba definida. Los ríos ya habían labrado las hoces que habrían de ser su principal muralla. Entre el castillo y el alcázar, en el lugar donde estuvo la mezquita y que hoy se conoce como Capilla Honda, se decidió emplazar el templo cristiano. Poco después de la reconquista de la ciudad, se creó la Diócesis Conquense uniendo los antiguos obispados visigóticos de Valeria y de Ercávica en la persona de Juan Yáñez, su primer obispo, padre del proyecto constructivo, que legaría a su sucesor, San Julián, si bien es cierto que sería don García, el tercer prelado conquense, su definitivo impulsor.
El cuerpo de la Catedral, desde la entrada hasta el crucero, se concluyó hacia mediados del siglo XIII, según se puede deducir del gótico ya más depurado y alejado de las reminiscencias románicas de la anterior etapa constructiva. En la segunda mitad de esta centuria se avanzó en la nave central, con su singular triforio, que presenta gran riqueza decorativa y esculturas monumentales, que le otorgan originalidad en relación con otros triforios europeos. Doce esbeltos y elegantes ángeles, de pie y bajo doseletes, portan instrumentos litúrgicos y flanquean la Nave de los Reyes, camino del Altar Mayor. Todo el conjunto presenta elementos de tradición normanda y franco-borgoñona (gótico primitivo).
Así pues, en el diseño de la Catedral de Cuenca quedaron combinadas tradición y renovación, al superponer a una planta románica una formulación gótica en la materialización de su alzado, haciéndose eco de los nuevos planteamientos asumidos en las fábricas de las catedrales francesas, antes de que se produjera el gran cambio en la arquitectura castellana, ejemplarmente representada por las catedrales de Burgos y Toledo, pero ya en la tercera década del siglo XIII.
En el siglo XV se le añadió a lo edificado la girola, fruto de una ampliación llevada a cabo como renovación tardogótica de su antigua cabecera. El ábside principal quedó absorbido por una doble girola y los ábsides laterales fueron eliminados parcialmente. Durante los siglos XIV, XV y XVI se crearon estupendas capillas en las naves laterales. Especialmente en la última centuria citada llegaron a Cuenca artistas como Yáñez, Vandelvira, Jamete, etc., que dejaron su huella en la Catedral a través de sus obras. Entre ellos se formó el pintor conquense Martín Gómez el Viejo y, paralelamente, florecerían la rejería y la orfebrería. No en vano, en el siglo XVI se produjo en Cuenca la etapa más brillante de su Historia artística.
En el XVIII Ventura Rodríguez transformó el primitivo ábside y creó el nuevo Altar Mayor con un Transparente, que es la actual capilla del sepulcro de San Julián, Patrón de la Diócesis, cuyos restos se hallan en una urna de plata. Las esculturas son de Francisco Vergara y los mármoles proceden de canteras conquenses e italianas de Carrara.
La mañana del 13 de abril 1902, la Torre de las Campanas o del Giraldo se desplomó atrapando a varias personas bajo las ruina. Al resultar seriamente dañada la fachada barroca, fue reemplazada por la actual, de estilo neogótico, aún inacabada.
El templo ocupa una superficie de 10.000 metros cuadrados, con una longitud de 120 metros y 36 metros en la parte más alta. Consta de 20 capillas y presenta 37 rejas, 85 obras pictóricas y 571 escultóricas.
ARCO DE JAMETE – AÑO 1550
Una de las obras maestras del Renacimiento que destacan de la Catedral, es el Arco de Jamete, que da paso al Claustro (el patio interior).
Esculpido en piedra por el genial Esteban Jamete, escultor de origen francés.
Jamete, era famoso por su carácter colérico cuando realizaba su trabajo.
La Catedral de Nuestra Señora de Gracia, situada en la ciudad de Cuenca, se comenzó a construir a finales del siglo XII y es de estilo gótico con claras influencias francesas, siendo considerada como la joya del gótico de nuestra Región, influyendo incluso en la construcción de la Catedral de Toledo.
Periodo: Siglo XII
Estilo artístico: Gótico Normando.
Visitas esenciales: Fachada principal, triforio, pórtico de la capilla de los Apóstoles, reja del comulgatorio, pila bautismal, sepulcros de los primeros obispos de Cuenca, sacristía mayor y museo.
Entorno: Castillo, Tribunal de la Inquisición, Palacio Episcopal, Iglesia de San Miguel, Plaza Mayor, Casas Colgadas.
La última transformación realizada ha sido la colocación de vidrieras de artistas contemporáneos: G. Torner, A. Bonifacio, H. Dechanet y G. Rueda.
Como curiosidad cabe apuntar que en su interior se encuentra alojado todo el año el inmenso Paso Procesional de "La Santa Cena" que desfila la noche del Miércoles Santo en la Procesión del Silencio; es tal su peso que sólo hace un recorrido de bajada.
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