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PADRES Y MADRES

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¿Por qué una asignatura confesional en el sistema educativo?

La presencia de la enseñanza religiosa en la escuela responde, en primer lugar, a la importancia que esta asignatura tiene dentro de la educación para que el alumno pueda conseguir un desarrollo pleno e integral de su personalidad. La necesidad de sentido del ser humano es una evidencia a la que la escuela necesariamente debe dar respuesta. La educación de la dimensión religiosa es parte fundamental para la maduración de la persona. No podría existir una formación integral y, por tanto, una educación de calidad, si no se permitiese el desarrollo de todas las dimensiones inherentes al ser humano, entre las cuales se encuentra la religiosa. Esta capacidad básica de la persona adquiere su auténtico cumplimiento cuando se descubre el sentido de la vida.

La enseñanza de la religión católica en los centros escolares ayudará a los estudiantes a ensanchar los espacios de la racionalidad y adoptar una actitud de apertura al sentido religioso de la vida, sea cual sea su manifestación concreta. La Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 reconoce la libertad religiosa de personas y pueblos. Por su parte, la Constitución Española no sólo reconoce la libertad religiosa sino también garantiza «el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus convicciones» en el artículo 27.3. Un derecho que también forma parte de tratados internacionales reconocidos por España como el Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales en su artículo 13.3 y la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, artículo 14.3, entre otros. La Iglesia, como se recoge en el número 2 de la Gravissimun Educationis, ha realizado continuos esfuerzos para favorecer que la formación religiosa se imparta en el ámbito escolar, como contribución decisiva a la formación integral de la persona. Por ese motivo, la Santa Sede suscribió un Acuerdo Internacional con el Estado Español sobre Enseñanza y Asuntos Sociales, firmado el 3 de enero de 1979, donde se otorga a la jerarquía eclesiástica la organización y supervisión para su correcta impartición.

La enseñanza de la religión católica en la escuela responde a la necesidad de respetar y tener en cuenta el conjunto de valores y significados en los que la persona ha nacido como hipótesis explicativa de la realidad y que se denomina tradición. Para ello, la religión católica pretende contribuir a la educación integral del estudiante en dos direcciones. Por una parte, responde a la dimensión religiosa de todo ser humano y, por otra, lo introduce en la realidad a la luz de una hipótesis ofrecida por una historia y una tradición. De este modo, se promueve el reconocimiento de un sentido de la existencia de una manera coherente con el propio desarrollo psico-evolutivo del alumnado.

Estructura del currículo del área de Religión Católica en Educación Primaria.

La estructura del currículo de Educación Primaria intenta poner de manifiesto la profunda unidad y armonía de la iniciativa creadora y salvífica de Dios. El primer bloque parte de los datos más evidentes: la constatación de la realidad de las cosas y los seres vivos, de modo especial el hombre. Se nos impone su existencia como dato evidente. En un segundo paso, si la persona no se queda en el primer impacto o simple constatación de su existencia, tiene que reconocer que las cosas, los animales y el ser humano no se dan el ser a sí mismos. Luego Otro los hace ser, los llama a la vida y se la mantiene. Por ello, la realidad en cuanto tal es signo de Dios, habla de Su existencia. La iniciativa creadora de Dios tiene una finalidad: establecer una relación de amistad con el hombre. Es decir, Dios ha creado al ser humano para que sea feliz en relación con Él. Los relatos bíblicos de la Creación y el Paraíso ejemplifican bellamente la finalidad de la creación de la persona y del mundo entero para su servicio. De su origen creatural y de su llamada a participar en la amistad con Dios surge su dignidad inviolable. No obstante, el ser humano pretende apropiarse del don de Dios prescindiendo de Él. En esto consiste el pecado. Este rechazo de Dios tiene como consecuencia en el ser humano la imposibilidad de ser feliz. Dado que su naturaleza está hecha para el bien, su experiencia de mal y de límite le hace añorar la plenitud que él no puede darse por sí mismo y busca de algún modo restablecer la relación con Dios. Esta necesidad del bien, el deseo de Infinito que caracteriza al ser humano se expresa en las religiones como búsqueda del Misterio. A esta búsqueda humana Dios responde manifestándose en la historia. Para ello, elige un hombre, Abrahán, del que formará el pueblo de Israel, con quien establece una alianza en el monte Sinaí. A través de hechos y palabras Dios irá dándose a conocer a los hombres de ese pueblo. Todo este acontecer histórico de la manifestación de Dios está recogido en los libros sagrados de la Biblia. En este conjunto de libros no sólo se recoge las diferentes intervenciones de Dios en la historia, sino también la enseñanza que comunica a su pueblo para que viva una vida santa; una sabiduría que influirá positivamente en la vida del pueblo de Israel y, con el tiempo, en el mundo entero. La historia de Israel ejemplifica la traición y rebelión de los hombres ante la iniciativa amorosa de Dios y al mismo tiempo pone en evidencia la constante fidelidad divina. La promesa de un salvador se cumplirá en Cristo Jesús. Jesús, el Hijo de Dios, se hace presente en la historia para llevar a cabo la misión encomendada por el Padre. En Jesucristo se cumple el deseo de felicidad que el hombre descubre en su corazón. Jesús no sólo desvela el misterio humano y lo lleva a su plenitud, sino que manifiesta el misterio de Dios, nos hace conocer que el verdadero Dios es comunión: Dios uno y trino. Aquellos que participan de la vida de Cristo forman la Iglesia, que es la gran familia de Dios. Continuamente generada por la acción de Jesucristo a través de los sacramentos, se pone en el mundo como inicio de un mundo nuevo, de una cultura nueva. La Iglesia es la prolongación de Cristo en el tiempo y el espacio. Sólo en ella la persona humana se encuentra con el Jesucristo vivo. La vida eclesial es alimentada y servida mediante los diferentes sacramentos instituidos por Jesucristo, está ritmada por los tiempos litúrgicos, se expresa en la oración comunitaria y la caridad, fructifica en la generación de una civilización del amor.
Estos cuatro bloques que compone la asignatura de religión católica incluyen conceptos, procedimientos y actitudes, que permite el conocimiento de sí mismo, de la realidad y de los problemas que ésta plantea. Por ello, los contenidos generales de la asignatura contribuyen a la consecución de los objetivos propuestos para las diferentes etapas.

Este currículo se vale de los elementos cristianos presentes en el entorno del alumnado, las imágenes y símbolos, el lenguaje y otros recursos, para la comprensión de la religiosidad propia de cada etapa evolutiva. Se desarrolla así la competencia en comunicación lingüística, que se sirve del lenguaje que conforma la cultura y tradición que se transmite de una a otra generación. Así, el lenguaje bíblico y su riqueza de expresión y simbología, el lenguaje doctrinal y su precisión conceptual, analítica y argumental y el lenguaje litúrgico y su cercanía al lenguaje de los símbolos del pueblo cristiano, ayudarán al desarrollo de esta competencia en los estudiantes. Sin olvidar la singularidad que esta asignatura aporta a la dimensión de escucha de la comunicación. Asimismo, la enseñanza escolar de la religión católica favorece el desarrollo de la responsabilidad personal y social y de las demás virtudes cívicas, para el bien común de la sociedad, contribuyendo así a la adquisición de las competencias sociales y cívicas. Esta educación de la dimensión moral y social de la persona, favorecerá la maduración de una corresponsabilidad, el ejercicio de la solidaridad, de la libertad, de la justicia y de la caridad. Por otra parte, la religión católica aporta a la competencia cultural y artística el significado y valoración crítica de tantas obras de nuestro entorno, motivando el aprecio por la propia cultura y la estima adecuada de otras tradiciones culturales y religiosas. La cultura y la historia occidental, la propia historia, no pueden ser comprendidas y asumidas si se prescinde del hecho religioso presente siempre en la historia cultural de los pueblos. De igual modo, la expresión artística de la fe sigue colaborando en la actualidad al enriquecimiento de nuestro patrimonio cultural. La competencia para la autonomía e iniciativa personal se desarrolla en el estudiante partiendo del verdadero conocimiento de sí mismo, de sus potencialidades, de su dignidad y de su sentido. La formación religiosa católica aporta a dicha competencia una cosmovisión que da sentido a la vida y, por tanto, a la cultura y a la identidad de la persona humana. Una cosmovisión que hace posible la formación integral del estudiante frente a visiones parciales.

En este nuevo marco teórico en el que hablamos de inteligencias múltiples y a las que podemos  definir en términos de capacidades y estas se convierten en destrezas que podemos desarrollar. En nuestra asignatura trabajamos así una competencia, que aunque no está plasmada en la ley educativa, sin duda se ajusta a este nuevo paradigma y que es objeto de estudio en estos momentos. Hablamos de la inteligencia espiritual (IE) definida por primera vez por Zohar y Marshall en  1997. Otras definiciones posteriores como la de Frances Vaughan (2002) la entienden relacionada con la vida interior de la mente y el espíritu y su relación con el ser en el mundo. Cindy Wigglesworth (2004-2008) define la inteligencia espiritual como la capacidad de actuar con sabiduría y compasión. El escritor Singh G. (2008) la define como una capacidad innata para pensar y comprender el fenómeno espiritual.

La competencia espiritual, aunque parte de una experiencia personal, es fácilmente identificable por los frutos que realiza en la persona y que se manifiestan a través de las demás competencias. Es por ello que esta competencia, la espiritual, está llamada a ser el eje central sobre la que las otras giran dándoles así un sentido último. Por ello entendemos que es indispensable para lograr una educación integral pues la espiritualidad abarca todo lo humano, la vida interior de la persona (pensamientos, creencias y deseos) y la vida exterior (acciones, obras, estilos de vida). La competencia espiritual o trascendente pretende visualizar la cultura del alma que lejos de ser una reminiscencia del pasado, le da sentido pleno y es fuente de innovación y progreso. Esta competencia faculta para tener aspiraciones profundas e íntimas. Para anhelar una visión de la vida y de la realidad que integre, conecte, trascienda y dé sentido a la existencia lo que es fundamental para diseñar inteligentemente un proyecto de vida feliz.
En cuanto a los contenidos procedimentales, la asignatura de Religión católica forma de manera transversal en una serie de procedimientos fundamentales para la comprensión del hecho cristiano. Estos contenidos procedimentales se adquieren a lo largo del desarrollo curricular, colaborando así en la consecución de las competencias asignadas a los currículos de Educación Primaria. Concretamente los contenidos procedimentales de religión católica desarrollarán especialmente las siguientes competencias: Comunicación Lingüística (CL), Aprender a Aprender (AA), Competencias Sociales y Cívicas (CSC) y Conciencia y Expresiones Culturales (CEC).

REFLEXIÓN PERSONAL:

Entiendo que educar es enseñar a alcanzar una vida plenamente humana, una vida buena y feliz, personal y comunitariamente. Mi intención es lograr que el alumnado descubra y se comprometa con valores; que adquiera virtudes, que vayan conformando su carácter, que será como su segunda naturaleza.

Para dar respuesta a los problemas y circunstancias que nos vamos a encontrar hoy en día resultan insuficientes las habilidades técnicas. Pienso que si solo valoramos en una persona lo técnico cuyo criterio sea el economicista, será fácilmente manipulada. En mi experiencia para salir adelante en la vida hacen falta, además, habilidades emocionales (saber relacionarse, saber dialogar y resolver conflictos) y habilidades volitivas o morales (autodominio, saber autoestimularse, afrontar con fortaleza las dificultades).

Desde el mundo intelectual académico estudios sobre la inteligencia emocional ejemplifican la necesidad actual de educar íntegramente a nuestros hijos/as, no solo la mente sino también el corazón, desde el sentimiento; presentando modelos que nos animen a la generosidad, a conocernos y a conocer a los demás.

Conocer y vivir la fe con la comunidad de familias que forma la Iglesia es una ayuda inestimable para luchar contra la corriente hedonista (individualista y egoísta) imperante en nuestra sociedad. La Iglesia, que como madre y maestra, nos enseña a vernos Hijos de Dios con una dignidad que va más allá de nuestros logros como personas y nos eleva a la dignidad de seres redimidos por Jesús en el Amor. Que esto nos guíe como padres, madres y educadores en la labor de hacer presente de dónde venimos y sobre todo hacia dónde nos encaminamos y cuál es la misión a la que venimos a este mundo; el resumen es EL AMOR.

OTROS ARGUMENTOS QUE LA AVALAN.

De manera inexorable, observamos que cuanto mayor es el desconocimiento de la doctrina cristiana y de la vida de la Iglesia, mayor es el rechazo hacia la opción cristiana.
Se acercan las fechas de matriculación escolar para el próximo curso. Sin duda alguna estamos ante una buena ocasión para reflexionar sobre las razones favorables para la elección de la asignatura de Religión Católica en el sistema de enseñanza:

1.- La política no decide todo en una sociedad adulta.
Uno de los males de nuestros días, en el contexto cultural en el que vivimos, es el hecho de que la política (entendida como la acción de los partidos políticos) se está convirtiendo en el único principio rector de la configuración de la convivencia social: La política pretende decidir el bien y el mal; la política pretende redefinir la naturaleza humana y la propia familia; la política pretende determinar el principio y el fin de la vida humana; la política pretende ser la única responsable del sistema de enseñanza…
¿Acaso los padres no tienen derecho a elegir para sus hijos, en el espacio del sistema escolar, otro tipo de orientaciones y de enseñanzas, diversas o complementarias a las que emanan de los equilibrios electorales? El hecho de que vivamos en democracia, ¿supone acaso que las familias hayan entregado a los poderes públicos toda su responsabilidad directa en la educación de sus propios hijos?
Por ello, son muchos los padres que han ejercido y seguirán ejerciendo su derecho a pedir para sus hijos la asignatura de Religión Católica, impartida en el sistema de enseñanza. No olvidemos que la Escuela —desde el punto de vista moral— no es de los partidos políticos, ni de la Iglesia, ni siquiera del Estado; sino de cada una de las familias que educan a sus hijos en ella.

2.- La ética tiene un fundamento religioso.
Existen dos formas de abordar la formación moral: o bien desde un punto de vista exclusivamente ético-laico, o bien desde una perspectiva que conjuga la ética con las enseñanzas emanadas del Evangelio de Jesucristo. Por ello, es justo que unos padres no creyentes puedan elegir para sus hijos una enseñanza ética sin dimensión religiosa confesional, o que otros creyentes opten por una enseñanza ética enraizada en unos cimientos religiosos.
Los cristianos pensamos que las bases de la ética son religiosas, y que sin estas, no se entiende suficientemente el mandato de hacer el bien y de evitar el mal. Detrás del “no mates”, se esconde nuestra fe en que la vida es sagrada; detrás del “no robes” o del “sé solidario”, se esconde nuestra fe en que Dios creó el mundo para que lo administremos y compartamos como hermanos; detrás del “sé humilde” o del “no seas soberbio”, se esconde nuestra fe en que Dios nos ama a cada uno con nuestras personales limitaciones, al mismo tiempo que nos llama a la santidad, etc.

3.- Para poder elegir libremente, es necesario conocer en profundidad.
Los padres eligen para sus hijos los valores que consideran más adecuados para su desarrollo integral. Al mismo tiempo, son conscientes de que a medida que sus hijos crezcan, estos tendrán que ir realizando las opciones personales, cada vez con mayor autonomía en el uso de su libertad…
Ahora bien, la auténtica elección en libertad solo puede darse desde el conocimiento, y no desde la ignorancia. De manera inexorable, observamos que cuanto mayor es el desconocimiento de la doctrina cristiana y de la vida de la Iglesia, mayor es el rechazo hacia la opción cristiana. La ignorancia suele ser muy atrevida, e incluso, con frecuencia, falta de respeto. Por el contrario, a mayor conocimiento del hecho cristiano, y a mayor familiaridad con la vida de la Iglesia, suele crecer el juicio positivo hacia los valores cristianos.
El mayor enemigo de la fe cristiana no es el desacuerdo con sus valores y principios, sino el desconocimiento de ellos, que en una buena parte de las ocasiones suele ir acompañado de una notable falta de consciencia de la propia ignorancia. Por ello, para salvar el “desconocimiento”, no existe otra fórmula que el “acercamiento”. Decía San Agustín que, si bien es cierto que para poder amar es necesario conocer; es igualmente cierto que para poder conocer es necesario previamente amar. Considero que la clase de Religión impartida en el sistema escolar, es una buena oportunidad para obtener un conocimiento objetivo y afectivamente cercano, que le permitirá al alumno disponerse a una elección madura y en libertad.

4.- Familiarizarse con nuestra cultura. No existe árbol sin raíces.
Me contaban recientemente la anécdota de un guía turístico que señalaba a unos visitantes el cuadro de la Última Cena, al mismo tiempo que les explicaba: “A su izquierda tienen ustedes un lienzo de un banquete, según la costumbre de la época”. Podríamos narrar un sinfín de anécdotas de este estilo, como la de un joven al que le pregunté si conocía el origen de la expresión que él mismo acababa de utilizar (“mi amiga lloraba como una Magdalena”)… Después de pensarlo un rato, el joven me respondió: “Supongo que esa expresión tendrá su origen en el hecho de que cuando desayunamos magdalenas, suelen gotear al sacarlas de la taza de Cola Cao. ¡Hay que reconocer que el chaval merecía un sobresaliente en capacidad intuitiva! Pero… ¿por qué no ofrecerle también la posibilidad de obtener otro sobresaliente en el conocimiento del Evangelio?